Seguramente han escuchado la frase “La memoria es un archivador donde puedes encontrar etiquetas para cada momento de tu vida”, pero es importante aclarar que la memoria no funciona exactamente de esa manera. La realidad es que nuestra memoria trabaja a través de asociaciones: nuestro cerebro procesa algo en el momento presente (una idea, un sentimiento, un olor, una imagen) y lo conecta con experiencias similares del pasado. En otras palabras, la memoria es el mecanismo mediante el cual un evento del pasado influye en cómo actuamos o sentimos en el presente.
Tipos de Memoria: Implícita y Explícita
Existen dos tipos principales de memoria: la memoria implícita y la memoria explícita.
Memoria explícita: Es el tipo de memoria que nos permite recordar de manera consciente eventos específicos. Por ejemplo, “Recuerdo cuando en la clase de inglés, la profesora Sandra me enseñó a escribir un ensayo”. Es una memoria deliberada y accesible, que nos permite evocar momentos puntuales de nuestra vida.
Memoria implícita: Es aquella que no recordamos conscientemente. Se manifiesta cuando realizamos actividades sin recordar cuándo ni dónde las aprendimos. Un ejemplo sería montar en bicicleta o jugar al fútbol. Este tipo de memoria comienza a formarse incluso antes de nacer y, durante los primeros 18 meses de vida, solo codificamos recuerdos implícitos. La memoria implícita genera expectativas sobre cómo funciona la vida, basadas en nuestras experiencias previas, y a menudo influye en nuestro comportamiento sin que seamos conscientes de ello.
Aplicando el Conocimiento de la Memoria en el Aula
¿Cómo podemos utilizar este conocimiento sobre la memoria en el contexto escolar? Imagina que un estudiante comienza a mostrar un comportamiento inusual o reacciona de manera exagerada a una situación específica. Como educadores, debemos preguntarnos si algún recuerdo implícito está afectando su conducta actual. Esta puede ser una oportunidad para investigar y entender por qué se está comportando de esa manera.
El Papel de los Docentes: Ayudar a los Estudiantes a Integrar sus Memorias
Nuestro trabajo como docentes, orientadores o psicólogos escolares es ayudar a los estudiantes a construir su historia. Usar la narrativa es fundamental para transformar esos recuerdos implícitos en experiencias explícitas y llenas de significado. Muchas veces, cuando un estudiante se mete en problemas o reacciona de manera inesperada, se debe a un recuerdo implícito que se activa. Si podemos entender de dónde proviene ese recuerdo, estaremos mejor preparados para ayudar al estudiante a procesarlo y superarlo.
La Función del Hipocampo en la Memoria
La integración de la memoria implícita y explícita se lleva a cabo en una parte del cerebro llamada el hipocampo, que actúa como nuestro “buscador” o “Google”. El hipocampo trabaja con diversas partes del cerebro para unir imágenes, emociones y sensaciones de la memoria implícita, y las organiza en una narrativa coherente que ayuda al individuo a entender sus experiencias. Este proceso es crucial para ayudar a los estudiantes a comprender lo que está ocurriendo dentro de ellos mismos y les da herramientas para controlar sus pensamientos y comportamientos.
Estrategias para Ayudar a los Estudiantes a Procesar sus Recuerdos
Cuando ayudamos a los estudiantes a integrar su pasado con su presente, les estamos dando la oportunidad de darle sentido a sus experiencias y de tomar control sobre sus reacciones. A través de este proceso, comenzarán a desarrollar su cerebro superior, lo que les permitirá transformar sus experiencias negativas (memorias implícitas) en recuerdos que tienen un significado claro y manejable.
Por lo tanto, la próxima vez que veas a un estudiante luchando con su comportamiento como resultado de una experiencia pasada, tómate el tiempo para hablar con él. Ayúdalo a volver a contar la historia de lo que vivió, para que pueda retomar el control sobre su historia, su comportamiento y sus sentimientos.
Cuatro Estrategias Clave para la Integración de la Memoria:
Volver a contar la historia de una experiencia aterradora o dolorosa: Esto ayuda a integrar los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro y facilita el proceso de sanación.
Conectar y redirigir, en lugar de ordenar y exigir: Trabajar de manera empática con el hemisferio derecho para sintonizar con las emociones antes de intentar solucionar un problema (integración horizontal).
Comprometerse e instruir, evitando caer en la ira: Fomentar la reflexión y el aprendizaje en lugar de responder con enojo (integración vertical).
Integrar la memoria implícita y explícita: Esto permite a los estudiantes comprender lo que está sucediendo dentro de ellos y les da mayor control sobre cómo piensan y se comportan.
Al implementar estas estrategias, podemos ayudar a nuestros estudiantes a desbloquear sus recuerdos y superar experiencias que podrían estar limitando su desarrollo. Esto no solo mejorará su desempeño académico, sino también su bienestar emocional.
Comments